jueves, 17 de abril de 2008

A Rajoy le crecen los "enanos-pitufos". Rajoy trata de calmar a sus diputados.


Mientras la posible candidatura de Esperanza Aguirre se anima ante el entusiasmo de sus consejeros, en el otro lado, Mariano Rajoy empieza lentamente a mover sus fichas. Este fin de semana ha comenzado una campaña por España para reforzar su liderazgo y buscar apoyos, adelantándose así a su rival, que no puede hacer ese trabajo hasta que no decida si presenta y lo anuncie.
Pero hacer campaña no es suficiente. Rajoy es consciente de que debe arreglar cuanto antes los problemas que generaron sus primeras decisiones en el grupo parlamentario -con Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz y José Luis Ayllón como secretario general-, y sobre todo, las formas. El líder renovó prácticamente el cien por cien de la dirección del grupo y nadie llamó ni siquiera a los destituidos, que se enteraron en la reunión en la que se anunciaban los nuevos.
La frialdad y la tensión de esa cita, en la que hubo aplausos obligados pero nadie habló para apoyar los nombramientos -tampoco para criticarlos- dio paso a un estallido de críticas en los pasillos que aún no se han acallado del todo. "Al renovar al cien por cien, de alguna manera está diciendo que la culpa de la derrota es de lo mal que lo hicimos los anteriores", señala una de las personas que conformaron el equipo de Eduardo Zaplana.
Tanto Rajoy como muy especialmente Sáenz de Santamaría han decidido arreglar esa situación. Por eso en los últimos días la portavoz ha hablado con casi todos los diputados para ver qué quieren, tranquilizarles y señalar que habrá trabajo para todo el mundo. Las portavocías no están del todo cerradas, porque los cambios de ministerios harán que cambien algunas comisiones en el Congreso -ahora hay 30- pero algunas de las más importantes ya están asignadas.
Rajoy y su mano derecha tienen intenciones de dar cobijo ahí a algunos pesos pesados que han quedado fuera del equipo de jóvenes. Es el caso de Cristóbal Montoro, ex ministro de Hacienda, que ya ejerce, aunque no ha sido nombrado, como portavoz de Economía. Montoro ya ocupó este puesto entre 1993 y 1996. El ex ministro tardó en recoger su acta de diputado y varios parlamentarios señalan que amenazó con no hacerlo si no le daban un puesto digno, como el que ha tenido.
Algunos de los destituidos, como Vicente Martínez Pujalte -que estaba en la dirección del grupo con Zaplana-, han aceptado premios de consolación como la portavocía de la Comisión de Presupuestos, que sólo se reúne durante unos meses, cuando se elaboran. Gustavo de Arístegui ha aceptado la portavocía de Exteriores, su especialidad.
Sin embargo, Rajoy no está obteniendo la misma respuesta de todos los pesos pesados. Los casos más significativos son los de Juan Costa y Manuel Pizarro, ambos colocados en la zona trasera de la bancada popular. Costa fue la gran apuesta de Rajoy el verano pasado, cuando le convenció para que dejara su puesto en Ernst&Young para hacerse cargo del programa electoral. El diputado castellonense, de la absoluta confianza de Rodrigo Rato, se convirtió enseguida en un dirigente clave del entorno de Rajoy. Su nombre sonaba para portavoz en el Congreso, pero Rajoy optó por Sáenz de Santamaría.
El mismo día que el líder anunció ante la Junta Directiva -la cúpula del partido-, el nombramiento de Sáenz de Santamaría, llamó por la tarde a Costa y le pidió que fuera el secretario general del grupo, esto es, número dos. Costa, que ha sido ministro, dirigente del FMI y hasta el año pasado lideraba un despacho de 100 abogados, le respondió, según fuentes cercanas a ambos dirigentes, que el puesto no le parecía adecuado para él. Y ha decidido quedarse como diputado raso, como Zaplana.
Fue el segundo gran fracaso de Rajoy. Porque antes había sufrido lo mismo con Manuel Pizarro, ex presidente de Endesa, a quien el líder convenció en enero para dejar el Consejo de Telefónica, donde acababa de ser nombrado, y ser su número dos en Madrid. Le ofreció ser portavoz de Economía o "lo que quisiese", pero siempre a las órdenes de Sáenz de Santamaría. Varias personas que han hablado con Pizarro en las últimas semanas señalan que está molesto porque parece que el líder sólo tenía reservadas para él "labores de júnior". También está muy preocupado por la situación del PP, aunque creen que no optará por Aguirre ni Rajoy porque lleva poco tiempo en el partido y entiende que no debe entrar en batallas internas. Nadie descarta que él o Costa dejen el escaño en meses.
En el PP se especula con la posibilidad de que ambos sean designados para algún cargo (secretario general, Costa y vicepresidente económico, Pizarro) en el próximo congreso de junio. Fuentes próximas a ambos aseguran que ninguno tiene interés en ocupar un cargo en el partido porque no corresponde con su perfil.
Con estos dos, todo parece perdido. Sáenz de Santamaría está hablando con todos los demás para tratar de repartir juego. Ella insiste en que quiere colocar a un diputado detrás de cada ministro y cada secretario de Estado importante. En realidad, con 30 comisiones, otros tantos portavoces y adjuntos, y dos miembros de cada mesa de comisión que corresponden al PP, ella tiene un puesto casi para cada diputado, aunque está por ver si eso sólo servirá para calmar los ánimos.

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