jueves, 27 de marzo de 2008

Oporto una ciudad por descubrir

Esta semana te proponemos una escapada a Oporto la ciudad del Douro, un rincón de Portugal que disfrutarás paseando por sus calles y disfrutando de sus monumentos. Te recomendamos que no dejes de ver la torre de los clérigos, la praça da Batalla, la Fundación Serralves o la Casa de la Música. Además puedes disfrutar de El Cais de la Ribera, con sus casas colgando sobre el río, y sus locales entre las arcadas de la antigua muralla.- El Puente Don Luis I y el ferroviario de D. María, construido por Eiffel.- La Vila Nova de Gaia, en la ribera sur del Duero, trufada de bodegas y ahora de restaurantes modernos.- El Museo del Vino de Oporto en Rua Monchique 45-52. Abre de martes a domingos de 11 a 19 horas.- La Plaza del Infante Dom Henrique y el Palacio de la Bolsa.- La Santa Casa de la Misericordia para admirar el cuadro de la escuela flamenca Fons Vitae o la Fuente de la Vida.- Los azulejos de la Estación de San Bento.- El Centro Portugués de Fotografía (www.cpf.pt).


Disfruta de los encantos de Oporto


La ciudad de los miradoresEl viajero no debe perderse el casco histórico -declarado en 1996 Patrimonio de la Humanidad-, ni el clásico Museo Soares dos Reis, ni el moderno Museo Serralves, resumen de la austera sabiduría del arquitecto Álvaro Siza, que alberga estos días una espléndida exposición con paisajes de Rembrandt, Gauguin, Monet o Dalí. Podrá admirar también el Palacio de la Bolsa y las iglesias porteñas (catedral, Torre de los Clérigos, Sâo Bento, San Francisco, los Grilos, Cedofeita, Carmo o Santa Clara...), con sus azulejos y sus tallas doradas... El centro histórico tuvo sus orígenes en un poblado de la Edad del Bronce que empezó a comerciar muy pronto con la cuenca mediterránea. Los romanos consolidaron su valor estratégico y levantaron sus potentes murallas. El núcleo originario de Porto y el asentamiento romano de Cale (la actual Vila Nova de Gaia), se fundieron en “Portucale”, dando nombre al país: Portugal. La muralla original fue reconstruida en el siglo XII. La segunda muralla, que data del siglo XIV, ciñe las empinadas cuestas de la catedral y de la Vitória y se extiende hacia el río, hacia los muelles y la Casa de los Trajes Reales. Entre los siglos XIII y XV, Oporto fortaleció su poder comercial y marítimo. Aquí nació, en 1394, el Infante Don Enrique, impulsor de los descubrimientos portugueses de ultramar. Los siglos XVII y XVIII crean la ciudad barroca y neoclásica, y en el siglo XIX, Oporto se expande hacia la periferia rural y se convierte, definitivamente, en la Capital del Norte.Oporto, ciudad de miradores y de laberintos, debe ser descubierta a pie y, en gran parte, al azar, pues le encanta ser sorprendida... Las opciones son inagotables:Desde la plataforma superior Torre de los Clérigos se puede abarcar a la redonda el caserío rosado y gris, el verdor umbrío de los parques, el foso azulado del Duero, y, al fondo, los tejados de Gaia y las viñas aterrazadas. Al pie de la torre se puede iniciar un paseo por el corazón de la ciudad, bajando hacia la catedral, Santa Clara y el río. Si cruzamos el puente de Don Luis I, podemos admirar, desde la otra orilla, sobre todo al atardecer, la maravillosa perspectiva de la Serra do Pilar y de la Ribeira, o sumergirnos en la penumbra de las bodegas y en el aroma del vino más aristocrático del mundo.Hay miradores clásicos, como el Terreiro da Sé, donde se alza la catedral, el de la torre central del Ayuntamiento, al que se accede por una escalera de 180 peldaños, o el mirador de Santa Catalina, abierto sobre la desembocadura del Duero y sobre el caserío de Vila Nova de Gaia, pero, en realidad es el propio viajero quien puede “inventar” o descubrir los secretos de esta ciudad camaleónica y empinada, abierta y secreta: de Massarelos a San Francisco y a Santa Clara; de la Trindade a Sâo Bento; siguiendo el paseo fluvial de la Ribeira y Miragaia, o buscando los jardines y parques (Cordoaria, Nova Sintra, Palacio de Cristal, San Lázaro, Serralves, San Roque, el Jardín Botánico o la Quinta do Covelo).Puentes hacia el futuroEl sabor popular aflora por todas partes, pero se intensifica en el Mercado do Bolhao, en la Feria Artesanal de la Praça da Batalha o en la Estación de Sâo Bento, ilustrada con una serie de azulejos que narran la historia de Portugal... En la iglesia de la Lapa se conserva el corazón del rey Don Pedro IV, encerrado en un vaso de plata dorada. Los amantes de los libros pueden recrearse en la librería Lello, en la rua das Carmelitas, -neogótica por fuera, modernista por dentro-, que vuelve a contar la historia (ahora, en bajorrelieve) y que el poeta Jorge de Sena definió como “un paraíso intacto con puertas y ventanas”. Esa librería -inaugurada en 1906- es un intenso resumen del Oporto literario, como lo es el Café Majestic, hoy más sofisticado, con sus bellos espejos de Amberes.

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